Albada a San Antonio Abad

Esta noche en este lugar
con la mayor devoción
se junta para obsequiar
al maestro de la oración.

Pero antes de principiar
con el mayor rendimiento,
pedimos la bendición
al santísimo sacramento.

Celebramos con placer
el 17 de enero.
Sea el gozo general,
vayan campanas al vuelo.

Un anciano venerable
que en la gloria está de asiento,
en tal día la memoria
recorre con gozo el pueblo.

Antonio Abad es su nombre
y a tan glorioso recuerdo,
el corazón se recrea
y hace salir el contento.

El grande Antonio ganó
con sus virtudes el Cielo,
y su menmoria nos dice
que constantes le imitemos.

Corriendo tras la victoria
hizo proezas sin cuento,
alejándose veloz
del fatal mundo tremendo.

De dieciocho a veinte años,
Antonio sin padres queda.
Heredero de sus bienes
con una hermana soltera.

Por eso aunque era muy joven
de la tentación huyendo,
abandonó sus riquezas
retirándose al desierto.

Allí en contínua oración
años habitó sin cuento
y ganó grandes batallas
contra el poder del infierno.

Ya se queda nuestro Anonio
a la vida solitaria.
Luego la bendición toma
y a los de Egipto se pasa.

Con la señal de la cruz
acrecentaba su esfuerzo
y ahuyentaba los demonios,
sus astucias destruyendo.

Llegó a suma ancianidad
en las virtudes creciendo,
acumulando contínuo
uno tras otros portentos.

Llevó el clarín de la fama
por todo el mundo sus hechos
y se agrupan los hombres
junto a Varón tan excelso.

Lo que antes fué soledad
dejó muy pronto de serlo,
pues todo el mundo buscaba
a tan insigne Maestro.

Aquella antigua morada
de solo animales fieros,
es ya morada de humanos
que alaban al ser supremo.

En tan plausible tarea
que sin cesar va en aumento,
Antonio, el ilustre anciano,
sirve a todos de modelo.

Resuena con alegría
el nombre de Dios eterno,
por las montañas y valles
gloria al señor repitiendo.

Mas no se contenta Antonio
con elevar estos hechos.
Quiere morir por la gloria
del que crió Universo.

Deja su dulce morada,
parte con fogoso celo
a dar otras mil batallas
contra el monstruo del infierno.

Arma contra la Herejía
mil pecador reduciendo,
por todas partes alcanza
los más insignes trofeos.

Con tal vida y penitencia
servís a Dios ¡gran Antonio!
venceis con la paciencia
la carne, el mundo y demonio.

Siempre fuisteis vivo templo
de Cristo Dios Infierno
y de virtud claro ejemplo
como de vos está escrito.

Vistiéndo áspero cilicio
y vuestro cuerpo azotado,
a Dios haceis sacrificio
sus preceptos observado.

Guardando los mandamientos
alcanzáis recta virtud
y por los merecimientos
llegáis a la beatitud.

Con tal victoria quedasteis
con el demonio luchando,
que la gloria que alcanzásteis
de continuo estoy llorando.

La ciudad de Alejandría
levantó su voz diciendo:
Si Antonio alcanzó laureles
se puso su vida a riesgo.

Vuelva su nombre glorioso
y el mundo va recorriendo
y hasta los príncipes quieren
encomendarse a su ruego.

Mas vuelve al fin Antonio
a buscar sus compañeros
que le reciben cual padre
abrazándole contentos.

Y ya en larga ancianidad
contando años más de ciento,
a Dios entrega su alma
sus bondades bendiciendo.

Ciento cinco años vivió
San Antonio y se fué al cielo.
Y a nosotros nos dejó
en los siglos venideros.

Justo es pues ilustre Antonio
que a tu memoria cantemos,
pues tus virtudes lograron
que sea tu nombre eterno.

Gloria al ilustre varón
regocijo de este pueblo
Gloria Antonio que nos mira
cual padre amoroso y eterno.

Soy niño y con grande duelo
de daros la despedida
Glorias le repito Antonio,
su ALBADA es ya concluida.